La frase del día

El hombre puede vivir unos cuarenta días sin comida, unos tres días sin agua, unos ocho minutos sin aire, pero sólo un segundo sin esperanza.” — CHARLES DARWIN

martes, 15 de octubre de 2013

Airón

En el oscuro y frío airón
los recuerdos nadan versos.
En el profundo airón
los refugios y los miedos,
flotan en el airón,
y en el fondo del espejo.

viernes, 2 de agosto de 2013

MUSA DEL INSOMNIO

A la luna plateada
que en mi noche hoy no brilla.
Que con Venus aún se junta
y se transforma en mirada.

A la sombra de la duna,
altiva y solitaria,
que conjura las estrellas
y de todas, solo una.

Al frescor de una caricia
cuando aún no ha sido dada,
cuando aún no tiene magia,
cuando se encuentra en puericia.

Al dolor de beso amigo,
a la duda que lo asombra.
A su efecto cotidiano
a su calor y su abrigo

A la espuria no nacida,
temor y dolor vacío,
polvo y niebla y la nada,
les consagro yo mi vida.

jueves, 11 de julio de 2013

LA AMANTE PERFECTA

Resulta evidente decir que, merced a internet, las relaciones han cambiado. De los antiguos noviazgos por carta, esos que alguna vecina, amiga, abuela,etc... nos han contado, solo queda el dolor y la dificultad lógica de quien tiene al ser amado lejos; porque eso no ha cambiado: se tienen más medios, más formas de verse incluso, pero el pesar sigue siendo el mismo. Lo mismo ha sucedido con todas las relaciones humanas que pueblan el universo de nuestro interior: desde las laborales hasta las más íntimas, todas se han visto por todas las formas de comunicación de las que ahora disponemos, hasta llegar a dar incluso lugar a nuevas, que siempre son apellidadas “virtuales”. Y estas han nacido intentando suplir una de las carencias del ser humano más común y extendida sin distinciones de nacionalidad, sexo o religión: la soledad. Mucha gente con este tipo de problema ha corrido a esconderse de una pantalla, llegándose esta a convertir en un modus vivendi y completando un círculo de dependencia pernicioso para el desarrollo de cualquier persona. Hace no mucho tiempo, yo fui una de esas personas. En un momento delicado de mi vida, convertí la pantalla en mi salvavidas: fueron unos tiempos convulsos. Lo cierto es que todo aquello me ayudó mucho y saqué muy buenas amistades de ello; pero con un denominador común: en todas ellas traspasé el muro de píxeles para entablar una relación personal. Internet fue el punto de inicio, pero lo refrendé con el contacto personal.
De todo lo anteriormente dicho extraje una conclusión: si no hay amistad más allá de la pantalla, la relación no es nada. “Te quiero mucho”, “te conozco desde hace dos mil post, pero te quiero mucho” “te doy a todos los me gusta, los +1 y por eso te quiero un montón” ¡Y encima hasta hay quien llega a creerlo!. Hay gente que monta un castillo sobre ello sin saber que es uno de arena. En innumerables ocasiones, llegan incluso a aislarse, a dejar la realidad por esa virtualidad o hasta mentir a los que quieren con tal de continuar elevando las almenas de ese torreón imaginario. Y ese es el momento en que se debe tomar la decisión de continuar así o de ir cambiando pequeñas cosas para conseguir subvertir la situación y volver a tomar las riendas del mundo en el que de verdad se mueven. Y deben decidir lo más rápido posible, porque ese es el momento exacto en el que comienza un camino sin retorno con realidades fingidas y relaciones en concordancia. Internet puede ser un magnífico punto de partida, pero no se puede convertir en el todo, o te verás irremisiblemente reducido a la nada, cuando llegues a creerte a pie juntillas que los doscientos ochenta y cuatro amigos del facebook son realmente eso: amigos.
Yo nunca fui de tener demasiados amigos en las redes sociales, y así me sigo manteniendo. Intento, eso sí, ser selectivo y agrupar en mis sitios a los amigos con los que de verdad mantengo algún tipo de relación fuera de la red, en un intento de darle verosimilitud a los sentimientos que se muestran en cada mensaje, post, me gusta, +1 o cualquier otra forma de interrelación. Y ahora puedo decir que realmente tengo a mi lado a los que quiero y me quieren, no a los que me comentan lo genial que soy. A lo largo de mi vida, normalmente por relaciones sentimentales (casi exclusivamente por la primera y más perniciosa de ellas), he ido perdiendo muchos amigos por el camino. Ha sido una larga y dura criba en la que pienso que han quedado los mejores. En los peores momentos, siempre me han acogido; me han dado de fumar cuando sabían que recogía colillas por la calle, de comer cuando les constaba que el mejor de los días solo comía una vez porque no tenía para más; me han dado cariño y grandes lecciones de lealtad y de amistad, de esas que nunca olvidaré. Lejos de sentirme avergonzado y callarme que haya llegado a tales extremos, lo digo con dignidad y orgullo, por la fortaleza de la que he hecho gala para salir adelante y por la suerte que he tenido por contar con personas como ellos: personas de esas que te dan un like, pero que después te llaman para que recojas un plato caliente y lo hacen con el tacto necesario para no herir jamás tu sensibilidad ni tu orgullo. Esos, perdonadme, no pueden ser los mismos que te dicen lo mucho que te quieren y te ven en el mejor de los casos una vez al año, o se pasan tiempo sin llamarte por no tener tiempo, aunque luego los veas conectados siempre que apareces por las redes.
Iniciar un camino como el que yo hice hace tiempo no es nada fácil, ya que siempre hay un precio que pagar, como todas las cosas de esta vida. En este caso, el peaje que debes abonar no es otro que el de los momentos de soledad. Todos llevamos una vida más o menos frenética, lo que hace que hayan determinados momentos en los que no puedes encontrar a alguien, no porque ellos no acudan si los necesitas, si no por la sencilla razón de que hay muchos instantes en los que no quieres sacarles de sus quehaceres cotidianos, lo que te lleva invariablemente a esas noches solitarias, en las que necesitarías un abrazo que al final nunca resulta ser recibido. Se cambian lágrimas calladas y solitarias por abrazos cálidos de regazo amigo, todo con un simple fin: no preocupar. Además, si a esto le unes multitud de cicatrices que cruzan cara, cuello, torso, corazón, alma... el resultado es invariablemente esas noches en las que he silenciado sentimientos ayudado por la amante perfecta. He coqueteado más de una vez con ella al filo de la medianoche; he mirado con deseo su invitación, saboreado cada uno de los besos que me ha dado, para ser rechazado después, postergando nuestro final encuentro para un día más apropiado, en el que solo se escuche en la habitación el eco de los latidos de mi corazón cansado. Y tengo que deciros que no he dejado de mirarla, de ver sus ojos oscuros que me invitan a las vez que me dicen “espera”. No temo el momento, ni el lugar que decida, ni la forma o el modo de verla: solo me mantiene con una natural angustia la espera. Quizás valga la pena cruzar el umbral, solo a cambio de reposo; un descanso que busco y anhelo cansado como estoy de tanta lucha.

miércoles, 12 de junio de 2013

REFLEXIÓN DESCARNADA

El otro día, leyendo cosas, encontré este texto de Paulo Coelho. En principio me pareció terrible, por lo descarnado de lo que dice, pero es tan bella la reflexión que he decidido ponerlo en el blog. Quizás sea cierta o quizás no: eso os toca decidirlo a todos y cada uno de los que leais estas palabras.
DUENDE SATÍRICO


                                                 DOS AMORES (por Paulo Coelho)


Dicen que a lo largo de nuestra vida tenemos dos grandes amores; uno con el que te casas o vives para siempre, puede que el padre o la madre de tus hijos... Esa persona con la que consigues la compenetracion maxima para estar el resto de tu vida junto a ella...
Y dicen que hay un segundo gran amor, una persona que perderas para siempre. Alguien con quien naciste conectado, tan conectado ... que las fuerzas de la quimica escapan a la razon y les impediran,siempre, alcanzar un final feliz. Hasta que cierto dia dejaras de intentarlo, Te rendiras y buscaras a esa otra persona que acabaras encontrando.
Pero te aseguro que no pasaras una sola noche, sin necesitar otro beso suyo, o tan siquiera discutir una vez mas...
Todos saben de qué estoy hablando,por que mientras estan leyendo esto,se les a venido su nombre a la cabeza,te libraras de el o de ella dejaras de sufrir,conseguiras encontrar la paz(la sustituiras por la calma)pero te aseguro que no pasara un dia en que desees que este aqui para perturbarte.
  Porque a veces se desprende mas energia discutiendo con alguien que amas que haciendo el amor con alguien a quien aprecias. ”

sábado, 25 de mayo de 2013

SIN PALABRAS

Solo puedo agradeceros todos estos años de visitas. Sé que habrá mucha gente que piense que no son muchas, pero todas para mí son importantes. Y para un humilde escribidor como yo, más aún. Así que gracias de todo corazón por esas ya más de siete mil visitas. Son demasiadas quizás para lo que me merezco, pero os aseguro que nunca más agradecidas. Ya sabeis que llevo algún tiempo sin poner entradas por los problemas que he tenido que afrontar en estos últimos meses. Eso hace que el apoyo que me dais sea más importante.

DUENDE SATÍRICO

sábado, 19 de enero de 2013

Escritos desesperados



                Los momentos de tristeza y soledad dicen que suelen ser los más proclives para escribir y, es posible que sea así, pero no es menos cierto que cuando se suele escribir así, la tinta suele ser muy negra, y su sabor amargo, quizás no más que otras veces, pero en verdad lo parece. Dicen los que conocieron a Kafka que era este su estado natural y, creo que puede ser el caso más paradigmático de ello: todos los relatos que he leído de él tienen esa curva descendente que va de la euforia al pesimismo más absoluto. Igual que su vida, que siguió el mismo camino para terminar suicidándose. Son muchos los ejemplos que podrían ilustrar esto que digo y es por eso que, cuando estoy en un estado de angustia, todo lo que escribo suelo dejarlo para mí mismo. En infinidad de ocasiones, me he dedicado a torcer versos sin que por ello me haya atrevido más que en una ocasión a enseñarlos. El motivo, aparte de la intimidad es mi falta de acierto a la hora de versificar. Tampoco quiero que penséis que no los publico por lo en ellos expresado; es mas, si no los suelo mostrar es por la vergüenza que siento a la hora de mostrar algo que, a mi entender, carece de calidad alguna. Unos y otros forman parte de lo que llamo Escritos Desesperados, y que por una u otra razón siguen en el cajón, lejos de la luz de otros ojos que no sean los propios. Quizás, si pensase como lo haría al respecto el genial Borges, debería elevarlos a la categoría de Diario, pero su falta de continuidad y su atemporalidad, me conducen más a denominarlos picos y flecos de mi mente en momentos de desesperación.
                Jorge Semprún, mi amado Semprún, siempre referente en mi modo de escribir, tardó más de cuarenta años en poder escribir la que, para mí, es su obra cumbre y uno de los pilares de mi vida y cosmovisión: “La escritura o la vida”. El motivo queda claro en el título: era tan fuerte lo vivido que, si lo narraba, temía terminar suicidándose como hizo Primo Levi. Es por ello que tuvo que esperar cuatro décadas para comenzar a exorcizar fantasmas a golpe de pluma. Durante todo ese tiempo, tuvo que luchar consigo mismo para refrenar ese ansia de escribir sobre ello. Creo que todos los que gustamos del placer de escribir, hemos sentido alguna vez algo parecido, pero en su prosa elegante y concisa, puso voz a todos los que callamos por no saber expresarlo así. Es otro ejemplo de escrito desesperado que luchó por salir y al final vio la luz.
                Y hoy quiero expresar en voz alta, y esto es lo más parecido a levantar la voz que yo conozco, que hay muchas veces que el alma grita y explota en el océano blanco de un folio; que necesito de estos escritos muchas veces para no volverme loco; que el sufrimiento no aminora, pero estas torpes letras, carentes de calidad en muchos casos, me ayudan a comprender y a comprenderme mejor. Y solo por esto, creo que merece la pena escribir estas líneas, por y para aquellos que, como yo, alguna vez hemos emborronado un folio, sin preocuparnos de si sale más o menos bonito, con la simple pretensión de apaciguar un tanto un alma cansada, dolorida, aterida y sola, en un rincón temblorosa, que se encuentra huyendo de miedos propios y extraños que la alejan de ese lejano puerto que muchos llaman vida.